Cuando se trata de poner en renta un inmueble, los propietarios suelen preocuparse de aspectos como el monto del alquiler, el medio para anunciar la propiedad y elegir a un buen inquilino. Sin embargo, hay otros aspectos a los que debemos prestar atención para evitar que lo que parece ser una opción sencilla para aumentar tus ingresos se convierta en problemas legales. De eso queremos platicarte hoy.
Para evitar poner en riesgo tu propiedad, antes de dar el paso de rentar un inmueble es importante que establezcas las condiciones en que quieres realizar el trato y, sobre todo, estar informado sobre tus obligaciones fiscales y legales.
Lo primero que debes saber es que para rentar un inmueble es necesario que cuentes con los documentos que te acrediten como dueño del lugar. Si tienes todo en regla, podrás continuar con el resto del proceso.
Después tienes que decidir si realizarás el proceso de manera particular o si recurrirás a un agente inmobiliario. Para ampliar esta información te recomendamos que leas nuestro post "¿Qué debes tomar en cuenta cuando decides rentar tu casa?" en el que también encontrarás información sobre cómo determinar el monto de la renta y cómo elegir a tu inquilino.
La Procuraduría Federal del Consumidor recomienda que se realice un contrato formal al momento de alquilar una propiedad y subraya la importancia de no recurrir a los formatos de arrendamiento que encuentras en papelerías, pues este tipo de documentos no te será de mucha ayuda si en algún momento debes recurrir a instancias judiciales para arreglar algún problema con tu arrendatario.
Si recurres a un agente inmobiliario, éste se encargará del contrato, pero si estás decidido a realizar el proceso por tu cuenta, es importante que te asesores con un abogado para la elaboración del documento, de modo que tus derechos como propietario queden bien establecidos.
Al momento de crear un contrato para rentar tu inmueble es fundamental que establezcas todas las condiciones que creas necesarias para garantizar el buen uso y mantenimiento de tu propiedad, así como para dejar claro los derechos y obligaciones de la persona que elegiste como inquilino.
El contrato deberá incluir la siguiente información:
- Nombre completo del arrendador, el arrendatario y el aval.
- La dirección del inmueble en cuestión.
- Descripción detallada del inmueble, sus instalaciones y accesorios, así como el estado en el que se encuentran al momento de firmar el contrato.
- El monto de la renta, los días en que el pago deberá cubrirse y la forma en que se realizará el pago. También se detallará las cuotas adicionales que se cobrarán en caso de que el alquiler no se cubra en los días previstos.
- El término o periodo del contrato (un año, dos años, seis meses... etc.)
- El monto del depósito o garantía.
Otro aspecto que debe quedar reflejado en el contrato es la mención expresa de que el inmueble arrendado es para uso habitacional.
Es importante detallar en el contrato qué servicios se incluyen y cuáles no con el pago de la renta; hablamos de luz, agua, teléfono, cuotas de mantenimiento, internet, etcétera.
También debe quedar por escrito quién pagará los posibles daños en la estructura del inmueble, instalaciones eléctricas, tuberías y pintura. Es importante definir cuál será el procedimiento para llevar a cabo reparaciones y quién se hará cargo de los costos de las mismas.
Además, debe mencionarse otros aspectos como si está permitido que mascotas vivan en el inmueble o las condiciones en que el inquilino deberá entregar la propiedad.
Cuando el término del contrato vence, es necesario firmar uno nuevo, aunque sea el mismo inquilino, especialmente si se aumentará el monto de la renta o se cambiarán algunas de las condiciones.
Finalmente hay un tema que no debes pasar por alto: cuando rentas un inmueble, tienes la obligación de declarar este ingreso ante la Secretaría de Hacienda. Si tu propiedad es alquilada como casa habitación, deberás pagar Impuesto Sobre la Renta (ISR); pero si tiene un uso comercial, entonces también deberás pagar el Impuesto al Valor Agregado (IVA), de ahí la importancia de especificar en tu contrato que se está alquilando para uso habitacional.
Aunque la gran mayoría de los propietarios deciden rentar de manera informal sin declarar estos ingresos a Hacienda, lo más recomendable es que te asesores con un profesional para evitar complicaciones en el futuro que pueden incluir el pago de multas y recargos.