¿Comprar o rentar? Es la pregunta que todos nos hacemos cuando queremos establecernos y tener nuestro propio hogar. La decisión depende de varios factores que debemos analizar cuidadosamente, atendiendo siempre a nuestra situación y al estilo de vida que deseamos.
Para muchas personas, el camino natural suele ser rentar primero y comprar después.
Cuando iniciamos nuestra vida laboral y comenzamos a generar nuestro propio capital, rentar suele ser la opción más adecuada si tomamos en cuenta los gastos que acompañan el pago de una hipoteca: el enganche, la escrituración, el impuesto predial, el seguro de vivienda, el mantenimiento.
Sin embargo, conforme pasa el tiempo nos damos cuenta que el pago de una renta no nos trae un beneficio a futuro y que siempre estaremos a expensas de las decisiones del dueño del inmueble, quien no solamente incrementará el alquiler anualmente, sino que en cualquier momento puede pedirnos entregar esa casa que ya consideramos un hogar y nos enfrentaremos nuevamente a la búsqueda del lugar ideal para vivir: que esté en una buena zona, cercana a tu trabajo, a las escuelas, a la familia… una búsqueda que no tiene fin mientras no seas dueño de tu propia casa.
Comprometernos con el pago de una hipoteca puede parecer una decisión monumental, pero sus beneficios a corto y largo plazo sobrepasan cualquier duda que pueda surgir en el proceso de toma de decisión.
LAS VENTAJAS DE COMPRAR UNA VIVIENDA
Lo primero que hay que decir es que cuando compras una casa apuestas a futuro: estás comenzando a formar un patrimonio de alto valor para ti y tu familia.
Al comprar una casa no sólo estás resolviendo una necesidad inmediata, si no que estás creando riqueza, formando un patrimonio que te dará seguridad económica y estabilidad emocional.
Cuando eres dueño de tu casa, cada peso que inviertes en ella es un peso invertido en tu patrimonio. Además, tienes toda la libertad para reformar y adecuar el espacio a tus gustos, necesidades y caprichos.
También hay que considerar que a largo plazo los precios de la vivienda se revalorizan y lo que estás adquiriendo ahora puede ser un escalón para en unos años comprar una casa más grande, mejor ubicada o con algunas amenidades que la primera no tiene.
Y aunque pensar en "atarte" al pago de una hipoteca durante 15 o 20 años puede ser atemorizante, la realidad es que cuando ese plazo termine no tendrás que seguir pagando por un lugar para vivir. En cambio, si no eres dueño, pasarás el resto de tu vida abonando el alquiler a alguien más.
TOMA UNA DECISIÓN INFORMADA
Por supuesto, rentar o comprar una casa depende de varios factores más allá de la situación financiera; estamos hablando de edad, estilo de vida, los planes a futuro, la zona en la que deseas vivir, el tiempo que piensas quedarte ahí y muy importante: las condiciones del crédito hipotecario.
La decisión de comprar o alquilar debes tomarla siendo muy consiente de tu situación actual y evaluar cuidadosamente las ventajas y desventajas de cada opción.
Si estás en un momento de tu vida en el cual no estás listo para dar el paso de comprar un inmueble, no te olvides de la idea. Enfócate en el objetivo de tener tu propia casa y crea un plan financiero que te permita hacerlo en unos años. Por ejemplo, ese “extra” que te queda cuando pagas una renta y no una hipoteca, puedes invertirlo para ir creando el ahorro que necesitas para dar el gran salto de comprar y llegado el momento, poder hacer frente a los costos que vienen de la mano de la hipoteca.
A corto plazo, alquilar un inmueble puede parecer lo más sencillo. A largo plazo, sin duda alguna, comprar es la opción más rentable para ti y tu familia.